En el casco colonial del centro histórico de Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad, se erige majestuosa Casa Anabela Hotel Boutique, una edificación cuidadosamente restaurada que guarda el aire republicano de la casa-patio del siglo XIX, en perfecta armonía con el estilo moderno. Conserva sus muros de adobe, techo de carrizo, cubierta de teja y pisos de madera, respetando su diseño original, lo que la hace única en la zona.
Ahora abre sus puertas a los visitantes nacionales y del mundo, ofreciéndoles 11 habitaciones acogedoras con vista a la virgen del Panecillo, su patio entre columnas de piedra antigua y su terraza para disfrutar de un buen vino o café, atendidos directamente por sus propietarios. No se sentirá en un hotel, sino en una casa familiar, en su hogar.
Hasta el año 2015, la edificación funcionaba como una casa rentera en la que habitaban 11 familias, sus últimos propietarios realizaron precarias adaptaciones improvisadas según las necesidades de vivienda.
Su restauración fue un reto que asumieron Anabela Rodas y su esposo, como nuevos propietarios, quienes empezaban a cumplir su sueño de transformar y recuperar la casa para convertirla en lo que es hoy, un ícono arquitectónico y de diseño en la capital de Ecuador.
Fue un camino largo y complejo, pero en el trayecto fueron descubriendo elementos invaluables de donde nacieron nuevas ideas, tapando y destapando superficies, quitando y añadiendo piezas, con el objetivo central de conservar al máximo la riqueza material e inmaterial de la casa, cuyo último registro formal data de 1890, pero que se estima fue construida al menos cien años antes.
Lo que se logró, es un lugar conservador pero a la vez atrevido, su color rosa característico le dio el toque final a su identidad única. Fue vital el apoyo y acompañamiento del Programa de Restauración de Techos y Fachadas del Instituto de Patrimonio de Quito, dirigido por la arquitecta Ibeth Jaramillo.
El diseño interior estuvo a cargo de la firma de arquitectos Nicolás & Nicolás, de Nicolás López y Nicolás Vivas, quienes crearon para Casa Anabela Hotel Boutique, el proyecto República Rosa que ha recibido varios reconocimientos internacionales por su innovación y creatividad.
Sus ideas se plasmaron en la obra de restauración de la mano del ingeniero Diego Guachamín, esposo de Anabela, quién lideró el equipo de trabajo que logró compactar de una forma excepcional lo sueños y aspiraciones de todos los que se involucraron en el proyecto.
